La justicia es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática, pero durante décadas el acceso a ella ha estado lleno de barreras. Costos elevados, demoras interminables, procesos burocráticos complejos, la falta de asesoramiento legal accesible han dejado a millones de personas sin una respuesta oportuna y hasta corrupción. En este contexto de profundas desigualdades, surge la necesidad de repensar la forma en que se gestiona y se garantiza el derecho a la justicia.
Hoy, la inteligencia artificial aparece como una herramienta que podría transformar este escenario. Sus capacidades para procesar información a gran velocidad, identificar patrones y automatizar tareas podrían aliviar las cargas que asfixian a los sistemas judiciales en todo el mundo. Automatizar procedimientos, facilitar la redacción de resoluciones o acercar información legal clara a los ciudadanos son solo algunos de los caminos que la IA está empezando a abrir en la modernización de los sistemas de justicia.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no resuelve los problemas estructurales. Integrar IA en la justicia implica también enfrentar desafíos éticos importantes: garantizar la imparcialidad de los algoritmos, proteger los datos personales y asegurar que las soluciones tecnológicas sean verdaderamente inclusivas. La reflexión sobre estos riesgos es tan necesaria como el entusiasmo por sus posibilidades. Una modernización real debe poner a las personas en el centro del cambio.
El verdadero reto no es solo implementar tecnología, sino repensar la justicia en función de quienes más la necesitan. ¿Puede la inteligencia artificial, bien diseñada y correctamente aplicada, convertirse en un puente que cierre la brecha entre los sistemas legales y los ciudadanos? Esa es la gran pregunta que hoy enfrenta nuestra generación: construir una justicia más ágil, transparente y accesible para todos, usando la IA como aliada y no como simple accesorio.
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FuturIA Podcast N°52
🎙️ INVITADA:
Laura Márquez-Martínez
Directora ejecutiva de ÏO Justice,
Investigación de Derecho e Inteligencia Artificial LIDIA (UNAM)
Co-líder del Centro de Innovación para el Acceso a la Justicia
Reseña Podcast: Justicia para todos: ¿Puede la IA cerrar la brecha legal?
La transformación de la justicia empieza en las personas
Laura nos recordó que la tecnología, por sí sola, no arregla nada. Para que la inteligencia artificial realmente transforme la justicia, debe diseñarse pensando en quienes la usan: jueces, abogados y, sobre todo, ciudadanos. No basta con digitalizar procesos antiguos. Hay que repensarlos desde una perspectiva centrada en el acceso, la equidad y los derechos humanos. Esta visión humanizada es el primer paso para una justicia verdaderamente moderna.
El rezago judicial es un problema global y estructural
Es un problema sistémico que afecta a todo el mundo y que tiene raíces profundas: procedimientos obsoletos, sobrecarga de trabajo, falta de recursos. La inteligencia artificial puede aliviar parte de esa carga, pero para lograr un cambio real hay que atacar también las bases culturales y estructurales del sistema.
La IA puede reducir hasta en un 80% los tiempos de procesamiento
Uno de los datos más impactantes que compartió Laura es que el uso de inteligencia artificial adecuada puede reducir hasta en un 80% el tiempo que toma procesar información judicial. Esta aceleración no solo alivia a los operadores jurídicos, sino que también cambia radicalmente la vida de los ciudadanos que esperan justicia. El impacto humano de esta mejora en los tiempos es, sin duda, una de las razones más poderosas para impulsar estos proyectos.
Sin transparencia no hay justicia ni confianza
Se enfatizó que uno de los grandes déficits de los sistemas judiciales actuales es la falta de transparencia. La gente no entiende cómo se toman las decisiones, no tiene acceso fácil a las sentencias, y esto alimenta la desconfianza. La IA puede ser una herramienta poderosa para democratizar la información judicial, siempre que se diseñe para ser accesible, explicable y comprensible para cualquier ciudadano, no solo para los abogados.
No toda la corrupción es real: muchas veces es percepción
Un punto clave que discutimos es que gran parte de la desconfianza hacia los sistemas judiciales no siempre proviene de hechos de corrupción comprobados, sino de percepciones sociales amplificadas por el desconocimiento y los medios. La transparencia activa, facilitada por IA explicable y herramientas accesibles, puede ayudar a corregir esta brecha entre la percepción ciudadana y la realidad del funcionamiento de la justicia.
Los sesgos en los datos judiciales son un riesgo real
Se advirtió que los datos con los que alimentamos a los sistemas de IA judicial pueden tener sesgos históricos de género, clase o etnia. Si no se procesan y limpian adecuadamente, los algoritmos podrían replicar esas injusticias en vez de corregirlas. Este punto resalta la importancia de contar con equipos multidisciplinarios que comprendan tanto de derecho como de ética de datos e inteligencia artificial.
La IA explicable es la única aceptable para la justicia
Uno de los aspectos que más recalcó Laura es que cualquier sistema de IA aplicado al derecho debe ser explicable. Es decir, debe ser capaz de mostrar de manera clara cómo llegó a sus conclusiones, en qué leyes o precedentes se basó. Esto es fundamental para garantizar la confianza, la transparencia y la posibilidad de auditoría, especialmente en procesos donde los derechos fundamentales de las personas están en juego.
No cualquier IA sirve: cada problema necesita su solución
Laura insistió en que no se puede implementar cualquier sistema de inteligencia artificial de forma genérica. Cada problema jurídico requiere una solución específica, adaptada al contexto local, al tipo de conflicto y al perfil de los usuarios. Esta es una de las razones por las que muchos proyectos de "justicia digital" fallan: se copian modelos sin analizar si realmente son adecuados para las necesidades concretas de cada país o institución.
Formar a los operadores jurídicos es una prioridad urgente
Otro tema crucial es la capacitación de jueces, fiscales y abogados en el uso de tecnologías emergentes. Laura explicó que no basta con implementar herramientas: hay que enseñar a los operadores a usarlas de manera ética, responsable y efectiva. Esta formación no solo reduce los miedos, sino que también eleva la calidad y la equidad en la administración de justicia.
La resistencia cultural es el principal enemigo de la innovación
Laura fue clara en señalar que más que los problemas técnicos, lo que más dificulta modernizar los sistemas de justicia es la resistencia al cambio. Muchos operadores jurídicos ven la tecnología como una amenaza en lugar de una oportunidad. Romper estos miedos y prejuicios culturales es, según ella, tan importante como diseñar buenas soluciones tecnológicas.
La IA libera tiempo para lo que solo un ser humano puede hacer
La inteligencia artificial no busca reemplazar a los jueces ni a los abogados, sino liberarlos de tareas mecánicas y repetitivas. Con el tiempo que se gana, los operadores pueden concentrarse en lo que realmente requiere criterio humano: ponderar derechos, analizar contextos sociales, ejercer empatía y construir argumentos jurídicos sólidos y humanos.
Explicar el derecho en lenguaje ciudadano es una prioridad
Se propuso una idea poderosa: usar IA para agregar a las sentencias judiciales una explicación sencilla, escrita en lenguaje claro para que cualquier persona pueda entender lo que resolvió un tribunal. Esto no solo mejora la transparencia, sino que empodera a la ciudadanía, fomentando la confianza y la participación en los sistemas judiciales.
Innovar con propósito: la justicia como valor público
El mensaje final de Laura fue claro: la innovación en el sector justicia debe tener siempre como objetivo fortalecer los derechos humanos, mejorar el acceso equitativo y construir confianza social. La tecnología no es un fin en sí misma. Es una herramienta para construir un futuro en el que la justicia sea realmente un bien público, accesible para todas las personas sin distinción.
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